La mortalidad provocada por la sepsis (o septicemia), afección médica grave causada por una respuesta inmunitaria abrumadora ante una infección, ha descendido en Andalucía un 15% en los últimos 15 años, bajando del 45% de 2004 al 30%. Este descenso continuado se debe, en buena medida al buen hacer de los intensivistas y de su papel fundamental en el buen desarrollo del Código Sepsis en Andalucía, con un trabajo conjunto de SAMIUC, Consejería de Salud de la Junta de Andalucía y Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, a través de Comités de Sepsis locales y provinciales liderados por intensivistas, con participación de diferentes especialidades y niveles asistenciales sanitarios. A ello hay que añadir la implicación de los profesionales de diferentes ámbitos sanitarios, como urgencias extrahospitalarias e intrahospitalarias, medicina pediátrica y la aplicación de los paquetes de medidas en la actuación diagnóstica y terapéutica en primera, tercera, sexta y vigésimo cuarta horas desde el inicio de la gravedad de la sepsis.
Pese a su extraordinaria gravedad (cada 3-4 segundos se produce en el mundo una muerte por esta enfermedad y afecta a unos 30 millones de personas en cada año), la sepsis es aún una gran desconocida entre la sociedad, aunque tan sólo en Andalucía afecta al año a más de 8.500 personas, de las cuales unas 2.900 pueden llegar a morir por complicaciones diversas. Una cifra 13 veces superior a los fallecidos, por ejemplo, en accidentes de tráfico y muy superior también a las muertes provocadas por cáncer de mama, colon o páncreas. En su desarrollo, las sustancias químicas liberadas a la sangre para combatir la infección desencadenan una inflamación generalizada, que en los casos más serios puede desembocar en el fallo de uno o más órganos (fallo multiorgánico). En el peor de los casos, la presión arterial baja y el corazón se debilita, lo que lleva a un shock séptico e incluso a la muerte.
La sepsis es la vía común final hacia la muerte de la mayoría de enfermedades infecciosas y su tasa de mortalidad se eleva si no se reconoce temprano y se trata con prontitud. “Los casos de sepsis que se resuelven con éxito están directamente relacionados con la rapidez con los que se instaura tratamiento. De este modo, un reconocimiento precoz de los síntomas y el inicio de un tratamiento adecuado en las primeras horas puede reducir la mortalidad de forma significativa. Los pacientes tratados de forma adecuada la primera hora sobreviven en un 80% de los casos, reduciéndose hasta el 15-20% a partir de las 12 primeras horas”. Así lo explica la Dra. Carmen de la Fuente, presidenta de la Sociedad Andaluza de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (SAMIUC).
De la Fuente insiste en que los casos de sepsis solventados con éxito están directamente relacionados con la rapidez con la que se instaura el tratamiento, hecho que se favorece gracias al ‘Código Sepsis’, un protocolo de actuación multidisciplinar ampliamente extendido entre los hospitales de la región y que permite a los profesionales sanitarios reconocer una situación de infección grave del paciente y poner en marcha rápidamente todas las medidas de diagnóstico y tratamiento disponibles, con su derivación inmediata a la UCI.
¿Cómo se origina un caso de sepsis?
Las infecciones que originan sepsis con más frecuencia son aquellas que afectan al sistema urinario y respiratorio (caso de la neumonía, por ejemplo), las producidas en la piel o la meningitis, entre otras. La mayoría de los tipos de microorganismos pueden causar sepsis, incluidas bacterias, hongos, virus y parásitos, aunque también puede ser causada por infecciones con virus de influencia estacional, virus del dengue y patógenos altamente transmisibles de preocupación para la salud pública, como los virus de la gripe aviar, gripe porcina, ébola y los virus de fiebre amarilla.
Los síntomas, grupos de riesgos y prevención
La identificación de los síntomas es un elemento clave a la hora del diagnóstico temprano y la disminución de la incidencia. Sus síntomas frecuentes son fiebre, escalofríos extremos, dificultad para hablar, diminución del volumen de orina, falta de aire, sensación de muerte, y sarpullidos y piel manchada. Muchos de estos síntomas también son frecuentes en otras afecciones, lo que hace que la sepsis sea difícil de diagnosticar, en particular, en sus etapas iniciales.
Aunque todo el mundo puede contraer la sepsis, las personas con un sistema inmunológico debilitado tienen mayor riesgo de sufrir un cuadro de sepsis: niños menores de un año, adultos mayores de 60, aquellas con enfermedad crónica de pulmón, hígado o corazón, diabetes, VIH o a las que se las haya extirpado el bazo.
Pese a todo, cabe destacar que la sepsis puede prevenirse y es, de hecho, una de las causas de muerte más evitable en el mundo. Para ello, es esencial prevenir cualquier tipo de infección (el 80% de los casos se originan fuera del ámbito hospitalario) a través de vías como la higiene básica, la vacunación, parto seguro. También es esencial combatir las infecciones adquiridas en el hospital; de hecho, hasta en un 30% de las sepsis en las UCIS están relacionadas con dispositivos como los catéteres vasculares, ventilación mecánica y sonda vesical.